aun más historias para no dormir

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dicen en los informativos que en pocas horas se desatará la tormenta perfecta. han pasado los últimos tres días llenando las televisiones de mapas de isobaras, planos con diagramas del viento, explicando que si las borrascas vienen de no se donde y se concentran en equis punto. yo me rio entre dientes, todo es mentira. sé quien crea esas tormentas. les veo acostados en la cama, solos, con los ojos cerrados. vigilo su respiración pausada, están relajados, todo está lleno por su calor. da miedo perturbar su sueño, aunque al mínimo gesto  mío abren un poco los brazos y son ellos los que por la cintura me obligan a acoplarme a su cuerpo. no puedo dormirme. están lejos de mí, soñando, atravesando la tierra de noche. de pronto algo les sobresalta, suspiran. esa pequeña exhalación es la que destroza el equilibrio en el que todos vivimos, son ellos los que controlan con sus diminutos gestos las mareas y las fases de la luna. sin quererlo hacen temblar la tierra, despiertan al viento, ponen en marcha volcanes. solo hay que fijarse en sus pestañas de mentira para diferenciarles del resto.

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te veo cada día una o dos veces. yo, que he echado pestes por la boca sobre tu persona. que te he deseado lo peor, que te he odiado. además solo a tí, en el mundo solo a tí, nena. no es una reflexión de domingo peregrina, estas dos líneas que he escrito son una verdad que no me avergüenza. he pasado temporadas sin recordarte y ahora te tengo cerca cada veinticuatro horas, esa es mi (tu) frecuencia más larga. pero también sabes aparecerte cada mucho menos tiempo, eres tan real que mi estómago pega un salto aunque al segundo mi cabeza me recuerde que es imposible. 

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prefiero no tener ese encanto del que presumes y ser mediocre. llamas tanto la atención que aburres y terminas pareciendo algo falsificado, sin origen ni razones. aunque no lo sepas, nos reimos de tu estúpida forma de explicarte, hablas como si tuvieras público, te contoneas y sonríes creyéndote irresistible. mírame a mí. tengo más gafas que cara, trasquilones en el pelo, suelo mirar mal y no me importa que pienses que no me saco partido. mi mundo interior no compite con el tuyo porque desconozco las dimensiones del que posees, pero mi desgracia te aseguro que es menor que la tuya. no me maquillo, pero mis ojeras no son por falta de sueño. 

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