aun más historias para no dormir

miel y leche

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vendo miel y leche. los tarros llenos, rebosando, los he sellado con la lengua. su cristal es el más fino que he podido encontrar y su apariencia delicada engaña, son peores que la heroína. no hay nada más dulce ni más denso, puro almíbar, la quintaesencia de mi pastelería corporal. te reto a que halles algo que emborrache más que lo que puedo ofrecerte. son colchón, cobijo y alimento, podría no necesitar otra cosa para abrir los ojos. vendo miel y leche porque me sobran, porque las fabrico por decenas, porque me ciegan y me ensordecen, me hacen lenta e inútil, me provocan demasiadas sonrisas tontas por segundo, me sonsacan del subconsciente alucinaciones extrañas en las que todo funciona.

dime cómo

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dime cómo es, dime cómo. piénsalo. instantes como ese no sueles tener muchos. gente a la que besar sí, pero a veces es más mecánico, más rápido. esos tres segundos según con quién se te olvidan o los reproduces cien veces a cámara lenta. como no los recuerdo, no los recordaré ahora. me quedo con los otros, los que te estimulan tanto. dime cómo son. el porqué no puedo explicarlo, yo tampoco sé qué los hace diferentes, pero la sensación es palpable como el asfalto. tienen en común que hubieras querido que se dieran muchísimo antes, que mientras el otro hablaba has fantaseado con la idea de que te besara, pero que has esperado a que llegara el momento exacto. no sabes si por hacerte la señorita, porque te daba miedo el rechazo o porque estás harta de que te salga todo mal, has esperado a estar a dos centímetros de su boca para cambiar de rumbo. bendita sincronía la vuestra. puede ser que hayas estado enviando las señales correctas y que las haya leído como toca, porque habéis tardado lo mismo en alinear vuestras caras. hay algo de animal en eso, es instintivo, antiguo y genial. dime cómo. ese primer toque entre los labios es tan excitante que te evade, te tapona los oídos, te eriza y pone toda tu sangre en movimiento ascendente. era así como tenía que ser. de veinticinco pasamos a mil frames por segundo. parece que su mano pasee por tu cintura desde ayer por la tarde, que tus dedos calibren la suavidad de su cuello desde hace siete horas. crees que tiene mil focos de calor, que sus manos son cortantes, que su cuerpo pesa más de lo que creías porque le notas por cada centímetro de la piel con una presencia debastadora. eres y vuelves a ser, como la primera vez, solo por donde él se pasea. todo eso mientras buscas la manera de entenderte, de comprender qué idioma habla en silencio y de hacer que averigüe tu lenguaje. la mejor búsqueda del mundo.

enorme

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nunca pensé que fuera a crecer tanto y que no necesitara nada para hacerse enorme. ni luz, ni agua, ni comida, ni estímulos; como un cactus desértico ha ido aumentando de tamaño de tal forma que ya no sé dónde meterlo. lo até con un cordel al tejado de mi casa pero con las lluvias de estos días he tenido que refugiarlo dentro y ha sido así cuando me he dado cuenta de su grandiosidad molesta e inútil. si pudiera comérmelo o regalarlo, si se cortara y se tirara a la basura, si el calor lo derritiera y pudiera derramarlo por el sumidero de la ducha... todo posibilidades estúpidas que no lo eliminan de mi vista.
 
lo peor de todo es que no me asfixia ni me enfada, me he acostumbrado a cargarlo allá a donde vaya. más bien me he hartado de que no me canse. me ha agotado la costumbre de que no me crispe. ha acabado con mi paciencia la comodidad de esta agonía. estate atento porque puedo volverme más nazi que nunca.


eso digo ahora. luego te besaré y te acunaré como cada noche.

amor en la itv

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valencia. 6:58 am. decenas de coches hacen cola tras la verja cerrada de la itv del polígono vara de quart. hay más vehículos de los que uno podría esperar que madrugaran de esa manera para pasar la (puta y cara) inspección técnica. intento hacer una estimación del dinero que puede entrar solo hoy en revisiones pero mi cerebro aún no se ha lavado los dientes y sé que hasta que no se los limpia y se pone las gafas es imposible que funcione, le pasa igual que a mí. para eso es mi cerebro. mientras dejo dormir a ese órgano que me corona, mi padre se acomoda por décima vez en un minuto en el pequeño asiento del copiloto de mi cafeterita blanca. me pregunta por la música que suena en el reproductor y le explico quiénes son y porqué molan. pero de pronto todo lo que se había convertido en un acto desinteresado de amor entre padre e hija e incluso (forzando) podía ser una excusa para estar juntos durante un rato de la mañana; todo eso se desintegra con seis palabras pronunciadas por el coautor de mis días.
- no entiendo porqué tengo que acompañarte. 

silencio de tres segundos. 

- por la misma razón por la que yo voy contigo a la peluquería, me siento en la sala de espera y no intervengo en absoluto en el proceso de tu corte de pelo, solo leo el ¡HOLA!, espero a que salgas sin opinar si lo llevas bien o si hay que recortar más las patillas y luego nos vamos a casa.

 silencio de tres segundos. mi padre emite un leve ronroneo aprobador. puro amor.