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entiendo que países nórdicos no tengan tanto fervor religioso como las naciones situadas más al sur. estás sentado en las gradas de un parque a las doce del mediodía, llevas una camisa blanca y el sol te transforma en el rey de una dinastía lejana. yo bizqueo y mi cara se enrojece incómoda, pero tu piel compite en brillo con cualquier mortal que se te acerque, las líneas felinas que describen tus pómulos desafían mi lógica chabacana. no lo entiendo y a la vez comprendo hasta lo más complejo, mi razón se rinde, mis argumentos se retiran dejando sola a mi fascinación. así es fácil creer en algo superior, así me subyugo a tus decisiones, así me despierto por la noche pensando en la majestuosidad que ignoras ostentar. ese sol es el que te desvela, si por allí arriba lo tuvieran sentirían más el temor de dios.

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solo publico un tercio de lo que ahora escribo, mientras que ahora escribo más que nunca y nunca creí que todo fuera tan sencillo como sencilla es tu brujería.

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son mecanismos secretos los que actúan bajo de mi piel, pero casi no prefiero conocer sus entresijos. si supiera porqué siento así, porqué odio así, porqué quiero así, podría gobernarme. no se yo si al designar de forma cabal al destinatario de mis caricias las recibiría alguien que las mereciera, aunque las eligiera también con la cabeza. esta clarividencia exigiría una sinceridad total y puede ser, puede que sí, puede ser que quien me amara y amara yo a su vez (por hablar de situaciones ideales) fuera el hombre ideal. me querría sabiendo que quiere quererme y yo le querría sabiendo que es el buen querer. pero prefiero escoger a ciegas, caerme, volver a levantarme y encantarme otra vez. es más hermoso averiguar si la otra persona es la adecuada jugando que viéndola como el prospecto de un medicamento. 

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a veces me pregunto si soy una persona violenta. voy frenando mis impulsos e ideas macabras casi cada día. quizás sea que a mi alrededor hay demasiada gente que merecería obviar las palabras o las discusiones y pasar al escalafón del puñetazo, quizás sea que necesito sacar cierta energía un poco especial que se genera en mi cuerpo y que no se sublima de otra forma. guardo dentro de mí cientos de agresiones contra decenas de individuos y a veces fantaseo con llevarlas a cabo. la satisfacción personal me costaría solo un par de cientos de euros. lo peor de todo es que no todos los ataques que se me escapan tienen su origen en el mal humor. suerte la mía que en tu piel no se noten los mordiscos.