no me doy cuenta de que conduzco desde hace casi media hora con el reproductor de música apagado, embebida por la recreación de ciertas escenas recién sacadas de mi teatro particular. por inercia sorteo los coches, pongo el intermitente o enciendo las luces en los túneles mientras mascullo frases dichas a media voz, susurros cargados de f(h)ero(ina)monas. por la noche me desvisto y me observo, tardo horas en ponerme el pijama, recordando cierta sensación. releo una y otra vez las mismas palabras, que van conmigo siempre como un talismán (o una estampita) al que puedo agarrarme cuando flaquea mi convicción. si lo conjuro lo huelo, si me esfuerzo lo paladeo, si me abandono noto su suavidad, la forma exacta de su pecho, su mandíbula curvada.
las palabras me golpean las encías.
1 comentarios:
esas estampitas son lo que nos hace levantarnos cada mañana, no caer en los malos momentos y esperar que salga el sol cuando levantas la persiana.
y que duren.
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