aun más historias para no dormir

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quién lo diría viéndote en la parada del autobús. tu ropa siempre está en una escala de color que va del negro al gris pasando por ciertos azules y verdes, siempre lisos. las mismas zapatillas viejas, la misma mochila ladeada cada día. tu mp3 infestado de música, tu cara de sempiterna agonía. pareces uno de esos cientos de miles de tíos de entre veinte y veinticinco años que dedican más horas a nada que a algo. que ni leen ni piensan ni meditan, que solo juegan al pro y ven el fútbol, que no hablan mucho y discuten menos. no eres un desecho porque tu familia es de clase media y hay cosas que se pegan aunque uno no quiera. pero ese abuelo que te mira pensando que ya no hay hombres como los de antes, esa chica que cree que si te duchas y te afeitas mejorarás y ese profesor que está convencido que tu cabeza está llena de serrín están lejos de saber una pizca sobre tí. tu madre está harta de que te encierres en tu cuarto durante dos o tres días sin avisar. la primera vez pasó de tomárselo a broma a llamar a los bomberos y cuando tiraron tu puerta abajo y vieron que solo dormías, te cayó una buena. los servicios de socorro sin necesidad valen dinero, las puertas también. no dijiste ni una palabra. nadie relacionó la interrupción de tu letargo con los retrasos en los vuelos de las aves, con esa mínima aceleración del deshielo de los glaciares, con la reorganización momentánea de las coordenadas de ciertas estrellas. la segunda vez te castigaron; volvieron los desajustes cósmicos, las equivocaciones y los retrasos de los ecosistemas. pero poco a poco lo aceptaron como una de tus rarezas, el amor es así. tu madre te dejaba agua, comida fría y un orinal por si te despertabas en mitad de la noche durante tus extraños sueños, pero siempre lo recogía todo intacto. no hablar con tus padres de tus abandonos en la cama era tan natural como no hablar de sexo; ni sabían porqué lo hacías ni para qué, preferían no saberlo. al fin y al cabo no molestabas, aunque faltaras un poco a clase tu deprimente expediente tampoco lo iba a notar. a veces no entiendes porqué depende de ti que la tierra de la vuelta sobre sí misma cada día y sientes sobre tus hombros todo el peso del mundo; porque lo llevas. pero no tienes más remedio. a veces quieres compartirlo y decirle a la única chica con la que hablas de clase lo que eres capaz de hacer, pero no porque te enorgullezca, sino porque te miraría con otros ojos y te sentiría extraordinario. a veces fantaseas con evitar el sueño, programar tu vigilia y drogarte para tener los ojos abiertos. quieres ver el cataclismo, los accidentes, las inundaciones, la locura de la Tierra, la invasión de los pájaros. pero es una tentación a la que nunca sucumbes. te planteas si existirán otros con la misma facultad que tú, pero no sabes cómo encontrarles y ni siquiera sabes si querrías conocerles. en tus manos sostienes todo el universo, pero en el fondo te da igual, nada te importa. quizás si que eres de esos niñatos que solo juegan al pro. o quizás no.

2 comentarios:

Kraichek dijo...

Brutal!
me ha encantado, de verdad.


pd: creo q has sido la única q ha entendido mi guiño!!!!
ains!

silk dijo...

ou, gracias ^^ lo llevaba rumiando varios días, no me ha quedado como estaba en mi cabeza, pero bueno, aceptamos barco.
la única? q penita! falta educación, señores!
mua :)

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