carta abierta al señor televisión española
Ante todo muchas gracias por su atención. Ser una televisión de ámbito internacional requiere mucho tiempo y agradezco cada segundo depositado en leer mis estúpidas líneas.
El motivo de mi carta es bien sencillo e incluso me atrevería (hoy me he levantado insolente) a decir que es lógico. Más que lógico, esencial para la seguridad nacional. Miles de almas podrían arrojarse a los raíles del tren en cualquier momento y me veo en la necesidad de hacérselo saber, aunque creo que no seré la primera en advertirle de ello.
Su programa 'Españoles en el Mundo' (mayúscula? no mayúscula?) es un ataque al amor propio de aquellos que llevan sobre sus espaldas vidas desgraciadas. Somete al pueblo llano a un azote desvergonzado. Ridiculiza y ningunea a enormes sectores de la población de nuestro (amado) país. Y qué coño, a mi me deprime. Vayamos por partes.
Los casi cinco millones de ciudadanos que protagonizarían el hipotético programa 'Españoles en el paro' deben sentirse cual mierda viendo cómo ese atajo de compañeros de nacionalidad se lo pasan en grande viviendo en países geniales con familias ideales (esos niños trilingües! por dios!) y trabajos interesantísimos. Sí, también protagonizan esos espacios señores sevillanos que tienen un bar en Japón, pero siempre resulta ser un bar con más éxito que la Coca Cola. La mentalidad española está acostumbrada a ver triunfar a todo el mundo. A todos menos a nosotros. Estadounidenses, alemanes, ingleses, chinos, japoneses. Pero no a uno de los nuestros. Nosotros siempre somos los cutres que solo salieron de España como exiliados políticos o para trabajar como burros en Alemania. Ver triunfar a esas gente es muy duro.
No imagino qué debe sentir ese basurero que tras una jornada laboral asquerosa en el sentido más literal de la palabra (acarrea bolsas llenas de desechos, baldea agua por calles sucísimas, lleva ese olor impregnado en la piel dia y noche) llega a su casa y mientras cena ve a ese vecino de Toledo que lleva diez años viviendo en Australia y que tiene tres restaurantes en la capital, una mujer rubia (por todas partes) simpatiquísima y tres niños que van en canguro al colegio. Ese basurero al día siguiente se meterá en la trituradora de material orgánico. Señor televisión española, por favor. Hablamos de prostitutas, basureros, profesores de universidad, porteros de discotecas, limpiadoras, teleoperadores. Esa gente merece llegar a casa y dejar de pensar en sus desgracias.
Por último y como ya le he comentado, a mi ese programa me deprime. Me resulta interesante toda la historia de ALICIA, 27 AÑOS, ASTURIANA, 5 VIVIENDO EN NUEVA YORK, ADMINISTRATIVA hasta que la periodista pregunta; 'Alicia, ¿y cómo es que viniste a vivir aquí?'... La sangre se me sube a la cabeza, me golpea las sienes, mis manos tiemblan. Va a decir la frase. La frase. Alicia (pletórica de felicidad la hija de puta) abre la boca y me jode la noche; 'Mi marido es neoyorkino, le conocí en la universidad y dejé toda mi vida en mi país por amor'. Va hombre va. Para las personas como yo (y le aseguro señor televisión española que somos muchos) escuchar eso es como recibir una bofetada con la palma abierta. Toda la vida aprendiendo que el amor es incomprensible y cada vez diferente, que no hay que encantarse pero sí hay que vivir e intentar hacer todo lo mejor posible para que ahora llegue usted camuflando una novela rosa mas cursi que una gallina con lazos dentro de un supuesto programa de viajes.
Por todo esto y sin extenderme más le pido encarecidamente que deje de emitir su programa o bien que lo desplace a una franja horaria en la que no nos sintamos amenazados por sus mensajes de triunfo, amor, viajes, felicidad y dinero a borbotones.
Muchas gracias de nuevo por los minutos robados.
zarpazo
solo hace daño quien puede, no quien quiere. tu podías hacerme daño y lo hiciste. lo peor de todo es que sin anestesia pusiste tu verdad sobre la mesa a sabiendas de que yo esperaba todo lo contrario. juraría que te causó placer pronunciar esas palabras y eso es lo más vil de todo. esa mañana (la recuerdo segundo a segundo) descolgué el teléfono confiando en ti. desoí a los que me dijeron que tu no ibas a darme nada de lo que necesitaba, pero cerré los ojos y salté esperando que me cogieras. te reíste en silencio de mi supuesta desgracia y no te importó (importé) lo más mínimo. eso me pasa por fiarme de extraños, por dejar que de forma altruista me dieras lo que te pedía. descolgué el teléfono confiando en ti. tu respuesta fue rápida y dolorosa. 'En Telefónica no damos soporte técnico de WIFI para Mac'. Zarpazo, sangre y muerte. Adiós y hasta siempre, teleoperador cruel. Recojo el macbook y los trozos de mi corazón en busca de que alguien los quiera.