aun más historias para no dormir

}{

|
cuando estoy llena es sencillo ser amable. todos mis gestos crecen en la dulzura, mis manos y mis palabras destilan un amor sosegado que calma las heridas provocadas antes. ella, depositaria de mis borrascas a deshora, se baña gustosa en mi repentina (y caduca) miel y la disfruta como si yo, mansa, nunca hubiera gritado. pero ah, esto no dura. todavía no he localizado el agujero por donde me voy vaciando, por donde todas esas sonrisas se escapan en silencio y se queda mi nazi, que feliz se despereza y reclama aun somnolienta su puesto.

!

|
voy a hacer listas de todo lo que no puedo decir. las organizaré por intensidad e intención, ya que la temática es siempre la misma. será un ejercicio interesante que pienso poner ya en práctica, porque tengo la barriga repleta de frases y las letras comienzan a trasparentarse por las zonas donde mi piel es más fina. a veces le suelto piropos sonrojantes al chico que pone gasolina o escribo entre párrafo y párrafo de reportaje alguna promesa inflamada de inmadurez que tengo que borrar a toda prisa. si hablo por teléfono intercalo información práctica con observaciones quinceañeras y sospecho de forma equivocada que si no menciono ciertas palabras cada hora explotaré sin remedio. así que mañana mismo voy a comenzar mi enciclopedia particular, mi enumeración de bajezas drogadas que nadie puede escuchar. perdonadme si desvarío, cuando estoy contenta mis delirios pierden calidad y frecuencia.

__________

|
no me doy cuenta de que conduzco desde hace casi media hora con el reproductor de música apagado, embebida por la recreación de ciertas escenas recién sacadas de mi teatro particular. por inercia sorteo los coches, pongo el intermitente o enciendo las luces en los túneles mientras mascullo frases dichas a media voz, susurros cargados de f(h)ero(ina)monas. por la noche me desvisto y me observo, tardo horas en ponerme el pijama, recordando cierta sensación. releo una y otra vez las mismas palabras, que van conmigo siempre como un talismán (o una estampita) al que puedo agarrarme cuando flaquea mi convicción. si lo conjuro lo huelo, si me esfuerzo lo paladeo, si me abandono noto su suavidad, la forma exacta de su pecho, su mandíbula curvada.

las palabras me golpean las encías.