cuando estoy llena es sencillo ser amable. todos mis gestos crecen en la dulzura, mis manos y mis palabras destilan un amor sosegado que calma las heridas provocadas antes. ella, depositaria de mis borrascas a deshora, se baña gustosa en mi repentina (y caduca) miel y la disfruta como si yo, mansa, nunca hubiera gritado. pero ah, esto no dura. todavía no he localizado el agujero por donde me voy vaciando, por donde todas esas sonrisas se escapan en silencio y se queda mi nazi, que feliz se despereza y reclama aun somnolienta su puesto.
Hace 2 horas